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Mostrando entradas de septiembre, 2017

ESPEJISMO

Ni bien puse los pies en la vereda, principio del resto del mundo, divisé una silueta, casi a 80 metros. -A ese hombre lo conozco, me dije. Hoy lo soñé, en la hora gris, cuando se junta la última sombra con el destello del alba. Sus ojos me hablaban, su cuerpo me invitaba a ser uno, pero me desperté y todo se desdibujó. Durante el desayuno traté de retener sensaciones. Fue difícil, todo se vuelve nube cambiante y al final no queda nada. Di unos pasos y me acomodé el cabello. -¿Será posible, cómo sabe que vivo en este barrio? Me mudé hace un mes. Mi corazón comenzó a acelerarse. -Si, es su porte, su andar firme, su curiosidad por todo. Está observando lo que lo rodea, buscándome, continué, contestándome a mi misma. ¿Qué voy a decirle, después de tres años? Hola. Él se hará cargo del resto. Está acostumbrado a negociar, a convencer, encontrará la manera de que todo parezca natural. Faltan 20 metros y ya me imagino respirando su piel, cuando lo salude con un beso. Está m

BRUMA

Calles de arena poceadas, por la necesidad del agua de fluir hacia el mar. Bruma ominosa que oculta los árboles silenciosos, que saben que mañana seguirán reverdeciendo; que oculta la luna, que es casi llena, pero esta noche no derramará su blancura, dejando a la lechuga crecer en el anonimato; que oculta mi cuerpo, que por momentos será un fantasma invisible, envolviendo el tiempo de mi vida y el de todos los demás. Envuelvo ese tiempo en una bufanda, mientras llego a casa. L a luz que se escapa a través de las cortinas, corta el hechizo.

CAMBIOS

Recuerdo los toboganes, de madera lustrada. Cuanto más altos mejor. Subir desesperados los escalones, para gozar de unos segundos de vértigo, un descenso sin control y volver a empezar. Ahora los hay gigantes, de lona acolchada, para varios niños a la vez, pero ellos están sentados tipeando en un celular.

RETRATO

Entró al salón, de la Cooperativa de Electricidad, con aire inseguro. Preguntó en Informes por su trámite y se ubicó en la fila correspondiente. No dejaba de llamar la atención. Su pelo era negro natural, no se veían canas, ni diferencias de color, pero estaba apelmazado, recogido con horquillas a la nuca, quizás del día anterior, ya que varios mechones se habían liberado. La piel del rostro era mate y arrugada en las mejillas. Llevaba los labios pintados, por coquetería o para protegerse del viento. También, largos pendientes de plata. Sus ojos eran oscuros y se movían todo el tiempo, junto con su cabeza, unida a un cuerpo estático, sin gracia. Vestía una remera azul, con un dibujo geométrico en blanco, que marcaba sus pechos caídos y su abdómen abovedado, a la vez que tapaba el cinturón de una amplia pollera plisada con guardas y flores, que le disimulaba las caderas y seguramente los anchos muslos, llegando casi a tocar el piso. Por debajo se veían los pies, calzados con ojot

POR UN PEDAZO DE PAN

El perro se levantó inquieto, corrió hasta la cerca de alambre, reconoció a su dueña y volvió. Se tiró sobre la tierra oscura, debajo del tilo, apoyó el hocico entre las patas y quedó a la espera. Camila se acercó al umbral de la puerta, separó con las manos las tiras de plástico que la cubrían y salió. Estaba escapando la tarde, perseguida por nubes moradas, dejando el azul intenso. Tenía hambre. Distinguió a lo lejos la figura de su madre que regresaba a la casa. Movía los brazos como si estuviera discutiendo con el demonio o quizás espantando insectos, una bolsa colgaba de su hombro. La niña regresó a la sala dormitorio que constituía la vivienda y se acercó a la mesa dónde su hermana menor, con sus seis años por cumplir, pintaba palotes intercambiando los restos de tres crayones y le dijo: -Ya viene mamá. -Tengo hamble, contestó Mirta, la pequeña. La madre entró y puso la bolsa sobre la mesa; sacó una botella de cerveza, con el extremo de un tenedor hizo saltar la t