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Mostrando entradas de octubre, 2017

LA FERIA

Otra vez el sol, me despierta sin preguntarme, atravesando con su fuerza la cortina de cretona con grandes flores rojas. Me levanto, me espera otro día de nieve acumulada sobre los techos. El agua de la palangana está helada, pero me lavo la cara y la froto con la toalla para quitarme el frio. Voy a la cocina, todavía quedan carbones encendidos debajo de la plancha de hierro. Lleno la pava negra, negra por el hollín, con el agua de deshielo que cae del techo al tanque de hojalata, junto a la puerta. Mientras se calienta voy a vestirme. Hoy me toca ropa limpia: camisa sobre camiseta, después saco tejido con lana gruesa, pantalones de pana y medias largas de algodón, finalmente botas de cuero revestidas con piel de cordero. Queda sobre la silla, el tapado y el gorro con orejeras. Me desenredo el cabello y lo cepillo: brilla con el color de la cerveza negra cuando la sirven en las jarras de vidrio en el bar de Tomás. Tomo un té que me calienta el cuerpo y agrego dos rebanadas de

PRIMAVERA

A veces los árboles se secan en el invierno. No es fácil darse cuenta en primavera, porque muchos han perdido sus hojas en tiempos pasados y todos son iguales. Cuando el sol comienza a calentar, quedan al descubierto: fibra oscura en una postal sin vida. Caerán ramas finas y después más gruesas. Quizás una enredadera los cubra y les devuelva color. Como a mi amigo, de cuya empatía no me quedan dudas. La vida le fue quitando alas, pero le dejó un infante trepado a sus rodillas.