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Mostrando entradas de marzo, 2018

DESDE EL RINCÓN

Desde el rincón de esta sala en penumbras, recostada en la incómoda cama ortopédica, trato de conciliar el sueño que desde muy temprano me fue quitado: una muestra de sangre, una más; la toma de presión, el desayuno de claustro, un baño a media mañana, una caminata corta en bata blanca, el descanso por la agitación producida, el almuerzo de hospicio, la siesta simulada, las visitas del último día, las miradas de despedida… -¡Pero amigos, en una semana, ya corro con ustedes, me río de la vida! Para eso me opero, y sólo faltan unas horas. Desde el rincón veo la enfermería iluminada: el doctor López, el que se va a hacer cargo de mi cuerpo, el que me va a abrir en canal para colocar las piezas extrañas que necesita mi gastado corazón, está leyendo, supongo que historias clínicas, entre ellas la mía y de a ratos se ríe con la enfermera. Alcanzo a ver la hora, en el rincón del pasillo, las once. -¡Dios mío! ¿Por qué está trabajando todavía? Mañana es día de operaciones, de concent

RÍOS CONGELADOS

Para las que aman y la vida las complace. En algunas zonas del mundo, abandonadas a la buena del sol, los pájaros dejan las tierras, los hombres duermen profundo. Las olas cual alabastro, están rígidas por frío opresivo. Los ríos, sin movimiento, están rígidos por frío cautivo. Mi pensamiento quiere tocarte, mi pensamiento quiere abrazarte. Parado frente a un mar calmo, te sientes témpano, invocas un salmo. La noche te escucha, luce diadema. Me descubres, me sonríes ya no hay hielo, todo quema.

SOLA

Ignorancia, miedo, soledad se combaten con educación en las Instituciones, con inclusión en los hogares, usando la conversación, el apoyo, la empatía, la experiencia. SOLA Ayer cumplí 16. Galletas secas y caldo de pollo sobre la mesa. Nevó toda la semana, no me quité la ropa, ni proferí palabras.¿Acaso alguno escucharía mi confesión tardía?. Tenía terror por lo que iba a suceder, era la única que lo sabía. El Nicolás era lindo, sus ojos me desarmaron. Me dejé desvestir y fui su mujer sin placer. Nunca más me buscó. Me enteré en el quinto que llevaba una vida. Dejé de comer. Ahora estoy en el noveno. Empecé con los dolores, contracción tras contracción, después un agua mojó mis piernas, empujé apretando los dientes y salió. En completa soledad, corté con una trincheta el cordón. Me recosté. La mirada desolada y el llanto muy suave se fueron apagando. No pedí ayuda, lo dejé morir, mientras me iba desangrando de a poco. Me des