Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2017

LA CASA

Soy alta y tengo ojos rectangulares en el frente, en el largo lateral y en el fondo. No tengo párpados. Cuando la primera luz aparece, allá, bajito en el horizonte, empieza a dar forma a todo el mobiliario que permaneció invisible en las horas negras. Hace muchos años vive el hombre solo. Dicen que conoce el mundo porque maneja esos pájaros metálicos que van de acá para allá, encima de los techos para después perderse en sus rutas entre las nubes. Llega, deja el uniforme en una percha, pone a calentar la vianda que le tocó en el último viaje y conecta su viejo equipo dónde escucha a Vivaldi o Mozart en discos de pasta. Los pájaros de los árboles vecinos se concentran en el pasto siempre cortado, tratando de aprender notas nuevas. A veces lo acompañan mujeres bellas, una por vez, siempre distintas. Entonces la música cambia: suena Roberto Carlos, María Creuza, Julio Sosa o mi amada Edith Piaf, según los gustos de la compañera, que también ríe en otra cascada de sonidos. Un dí

ENCUENTRO

Una vez más, me despertó el arrullo de las palomas sobrevolando la paja del techo. Di una vuelta en el camastro y me levanté. No quedaba agua para lavarse. Me puse el abrigo de piel, sólo para sentir su calidez, no hacía frio. Ruán lo estuvo trabajando durante varios días. Cuando terminó, me lo ofreció como regalo y le comentó a mi padre que queríamos iniciar nuestra familia. -No tendrás dote, escuché que le informaba, pero Lua es muy trabajadora, es sana y fuerte, te dará buena descendencia. Si es como su madre, te servirá bien por años. Me había cruzado con él varias veces, cuando recibía con otras mujeres las piezas de carne fresca, resultado de las incursiones de los hombres sobre las manadas de ciervos o antílopes. Había fuego en su mirada, me gustaba sentirlo, quemarme hasta tener que bajar la mía. Una tarde, volvía del pozo de agua con el cántaro apoyado en mi cintura, cuando sentí la presión de una mano en mi brazo. Me volví y era Ruán. Sus dientes blancos asomaro

EL VIAJERO DEL ESPACIO

                                                                           “ Gracias Héctor G. Oesterheld por tu breve* Exilio* que fue la matriz sobre la que se reescribió este cuento.” El suelo se aproximaba como un clavo a un imán, no había fuerza que impidiera la inminente colisión. Tomé mis medidas de seguridad y esperé. La pequeña cápsula se estrelló, la computadora marcaba: suelo de lava fundida con alto contenido de hierro, atmósfera de metano, nombre de la luna: Gelo, poca actividad industrial, habitantes amistosos según el último censo intergaláctico. Durante un tiempo de nuestras vidas nos debíamos al desarrollo de culturas primitivas. No queríamos que pasaran por guerras, por hambrunas, por enfermedades. Teníamos mucha tecnología y nos sobraba amor por la humanidad. En este viaje, una lluvia de meteoritos cambió la trayectoria de la nave, después diferentes gravedades tironearon de ella, se acabó el combustible, me vi obligado a abandonarla, así como a mis compañ

PARQUE NACIONAL IGUAZÚ

GARGANTA DEL DIABLO Caminan apresurados por el Sendero Verde, sin distinguir la variedad de vegetación, ocupan su lugar en el trencito de doscientos cincuenta plazas. Se ven sombreros y celulares tratando de guardar imágenes de la selva misionera. Muchos corren por las pasarelas metálicas hacia el gran espectáculo. Mientras tanto, el agua con el color de la tierra, fluye mansa desde muy lejos. Comienza a reir y arremolinarse contra las piedras, en su obligado descenso hasta que el lecho desaparece y se precipita chocando contra corrientes que llegan de otras direcciones. Se transforma en espuma con un estruendo colosal. Se eleva en fina nube y recién se da cuenta de cientos de miradas asombradas. Envuelve pájaros que se animan a acercarse. Finalmente cae y cae, dónde cansada de tanto alboroto, vuelve a fluir, agitada al principio y relajada después. Vuelve a transportar embarcaciones y camalotes, pero no se olvida de ese viaje, nunca imaginado.