Los preparativos
5 de noviembre de 2016
Ya
confirmaron que vienen. Falta una semana, pero Francisco, el Media
Naranja, se levantó temprano, 07:30. Esa hora para un sábado era
irreal, se dijo Clara y se volvió a tapar.
Francisco
llenó con agua la jarra eléctrica, giró la perilla a la
temperatura de mate, encendió su tablet y dejó al relator que
siguiera con la lectura del libro en curso. El tema era Historia
Española, en la época de Isabel La Católica. Menudo bolonqui,
entre todos esos reinos, que intrigaban para tener una corona, y los
aventureros, a los que no les daba el estatus, se rajaban para
rapiñar en América y conseguir sus títulos y vergüenzas.
Peló una
mandarina y se puso a cebar. Sentía el resplandor que entraba por la
ventana de la cocina. Después vendría el desayuno de café y
tostadas. Últimamente sólo pedía una. Decía que estaba
engordando.
Mas
tarde, desplegó la media sombra y enganchó los ojales en las
salientes de hierro, clavadas en la madera de la cenefa. Estiró la
tela y comenzó a atar de a tramos, con sus dedos que veían, la
malla contra una estructura de caño, ubicada al final del patio. Ya
se podía merendar afuera.
¿Marlén
y Manuel, qué están preparando Ustedes, para cuando lleguen sus
amigos de Buenos Aires, Irene y Jorge?, se preguntó Clara, en su ir
y venir por la casa, pidiendo e imaginando, cuestión que no le
costaba mucho: temblores abstenerse, botellas de vino multiplicarse.
-Les
tienen que regalar las playas sobre el Pacífico, con su agua tibia y
los senderos selváticos, camino al Arenal, que respira fuego y
cenizas y agregó: Que los argentinos se pongan protector solar y
déjenlos dormir, que es una de las maneras de rejuvenecer. Después
suelten todos la risa y a caminar al ladito del mar de esa Costa Rica
suya.
La
tarde,se copió de las tardes a orillas del Pacífico. Clara se
recostó en la reposera, sobre
las baldosas rojas.
El sol no quemaba. Quedó hipnotizada con las tiras de rectángulos
de plástico, que formaban la cortina de la puerta que daba al patio.
Se agitaban como un oleaje, que sabía había llegado a destino,
retrocedía y volvía a avanzar.
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