Novedades de Mar de Ajó
17 de diciembre de 2016
El jardín
se llenó de gorriones pequeños, curiosos, inquietos, cosecha nueva,
pienso, porque me los cruzo todo el tiempo y me sorprendo por su
canto.
En mi
caminata por la playa, descubrí un ajetreo inusual de las máquinas
con sus grandes palas. Estaban dibujando una coreografía nueva.
Pasaban cerquita de los médanos, dejando una pared lisa, llevándose
el excedente de arena. En una de las entradas, construyeron un cerco
de ramas finas, apretadas, para contener los desmoronamientos.
La primer
entrada a la izquierda del muelle de pescadores, la cerraron.
Clavaron cuatro postes gruesos, delante de los médanos y el viento
se ocupó de cerrar el camino, uniendo las moles entre sí.
Empezaron
a montar la zona de carpas de los balnearios. En uno de ellos,
hicieron trasladar, la arena de diferentes sectores y la depositaron
en la orilla para jolgorio de los chicos. Dos metros y medio para
escalar y resbalar al agua o para tomar sol.
El mar,
paciente, con las sucesivas mareas, va a ir robando y engullendo esa
arena, pero por el momento es una rareza para disfrutar.
Caminando
hacia el norte o hacia el sur, hay restos de barcos hundidos,
desvalijados por la intemperie y el hombre, siendo los mejillones,
habitantes asiduos, pegados a sobrevivientes herrumbrados, los que
transforman la zona, haciéndola mas rica para la pesca.
También,
camino al sur, al faro, se puede ver el fantasma de un barco,
encallado por alguna tormenta, a muchos metros de la costa. Los
vecinos del lugar, se encargaron de retirar la madera y todo elemento
de utilidad para la construcción. Las lluvias y el tiempo hicieron
el resto.
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