PARQUE NACIONAL IGUAZÚ
GARGANTA
DEL DIABLO
Caminan
apresurados por el Sendero Verde, sin distinguir la variedad de
vegetación, ocupan su lugar en el trencito de doscientos cincuenta
plazas. Se ven sombreros y celulares tratando de guardar imágenes de
la selva misionera. Muchos corren por las pasarelas metálicas hacia
el gran espectáculo.
Mientras
tanto, el agua con el color de la tierra, fluye mansa desde muy
lejos. Comienza a reir y arremolinarse contra las piedras, en su
obligado descenso hasta que el lecho desaparece y se precipita
chocando contra corrientes que llegan de otras direcciones.
Se
transforma en espuma con un estruendo colosal. Se eleva en fina nube
y recién se da cuenta de cientos de miradas asombradas. Envuelve
pájaros que se animan a acercarse. Finalmente cae y cae, dónde
cansada de tanto alboroto, vuelve a fluir, agitada al principio y
relajada después. Vuelve a transportar embarcaciones y camalotes,
pero no se olvida de ese viaje, nunca imaginado.
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