MOMENTOS

Se siente una leve euforia, después la presencia, los ojos se humedecen, la euforia continua. Algún día llegaran las palabras, pocas, restringidas por canales especiales. Las mentes aprenderán a sintonizar.
Mientras tanto, el ómnibus rodea la plaza y yo observo a través del vidrio. Una plaza con un extremo redondeado. Una vereda que sigue la consigna y en la tierra que la acompaña crecen dos gomeros inmensos. No es el tamaño de ramas y hojas que me impresiona, sino la cantidad de raíces que se entrecruzan, que se muestran al ras del suelo. Son como las manos de un amigo que fabricaba mosaicos: grandes y con gruesas venas recubriéndolas. Años en contacto con cemento, arena, cal, granito: ásperas, curtidas. Lo que recuerdo es que en el barrio, los pisos tenían su sonrisa.

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