EL RECUERDO MÁS ANTIGUO


Tengo una foto en blanco y negro, en la que se me ve paseando, tomada por la mano de mi padre, por la cubierta de un barco de transporte de pasajeros y carga, el Winchester Castle. Su derrotero era South Hampton (Inglaterra) a Dársena Norte del Puerto de Buenos Aires. El nombre se remite al Castillo fundado en Hampshire en 1607. Durante más de 100 años fue sede de los reyes normandos. Hoy día sólo el Gran Comedor, construido en pedernal, sigue en pie y alberga un Museo de Historia de la época.
Son datos que pude encontrar en Internet y allí seguirán, pero del mar, del inmenso mar, que a veces acunaba y otras sacudía, de mis paseos por las tablas mojadas, mirando la figura protectora que me tenía a salvo de tanto líquido verdoso, no tengo recuerdos.

El recuerdo más antiguo, quedó grabado en una casa de inquilinato en el barrio de Villa Lugano, dónde vivíamos cuatro familias, compartiendo cocinas y baños, entre ellas la de mis padres y una de amigos que tenían un hijo varón, diez años mayor que yo. El pibe era alto y flaco y se entretenía asustándome con sus juegos. La casa tenía escaleras de material que llevaban a una terraza, dónde usualmente se colgaba la ropa. Boris me subía a un cochecito inglés, de hierro pintado de blanco, que viajó conmigo en el gran barco, ajustaba un precinto de seguridad y me arrastraba por las escaleras subiendo y bajando, cuando nuestras mamás estaban preparando la comida. Un mediodía conseguí eludirlo y salí corriendo por el largo pasillo. La puerta de calle estaba abierta. Boris gritaba que me detuviera. Se me estaba acercando demasiado cuando llegué a la vereda. Con mis tres años la atravesé y bajé a la calle. Lo último que recuerdo fue un intolerable chillido, que después me contaron se debió a los frenos del trolebús que frenó a centímetros de mi vestido rojo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LOS CUATRO FANTÁSTICOS

LA LEYENDA DEL DRAGON

LA DESPEDIDA